Las mujeres que forman parte de la Luz del Mundo desempeñan una variedad de roles y ocupaciones en la sociedad. Cumplen el rol de madres de familia, hijas, esposas y amas de casa, además de contribuir a la grandeza de sus países de origen en áreas como la educación, la economía, las ciencias de la salud, la política, la comunicación, la investigación, el derecho, etcétera.
Un alto porcentaje de las mujeres de esta comunidad de fe estudiaron y se graduaron en distintas universidades como abogadas, arquitectas, ingenieras, médicas, periodistas, psicólogas, pedagogas…
Sus títulos, especialidades y capacidades han sido empleados no sólo para su éxito laboral y beneficio personal, sino también para ayudar a sus semejantes cada vez que las circunstancias lo requieren, siguiendo la máxima: “mi profesión al servicio de mi comunidad”.
Han participado en diversas actividades de apoyo comunitario: solidaridad social en situaciones ocasionadas por desastres naturales, asistencia jurídica para la defensa de los derechos, promoción de la equidad de género, aportación de servicios para la atención a grupos vulnerables, apoyo en la defensa y promoción de los derechos humanos, promoción en el deporte, así como en el cuidado de la salud y el bienestar.
Estas actividades las han realizado en todo tiempo, pero las han intensificado en la actual administración apostólica, en la que el Apóstol del Señor dirigió un mensaje a las mujeres de La Luz del Mundo en los cinco continentes:
“Mujeres, en mi ministerio apostólico vosotras también tenéis un lugar, un trabajo. Su hermano Naasón desea que colaboréis también conmigo en la tarea de difundir principios y valores a vuestros hijos, educar a vuestra simiente para que cuando fueren viejos no se aparten del camino del Señor, sean compañeras idóneas y complementos a vuestros maridos, formen hogares que teman a nuestro Dios, se superen intelectual y académicamente para poner en alto el nombre de nuestro pueblo; pero sobretodo, se ejerciten en las cosas espirituales y prediquen con el ejemplo. Vosotras sois de mucho valor para Dios, son coherederas de la gracia y de esta salvación” (Apóstol Naasón Joaquín García, Guayaquil, Ecuador, 8 de octubre de 2015).
