Abril 28, 2024.- Dentro de un clima de respeto y fraternidad, se reunieron miles de miembros de La Luz del Mundo del condado de San Diego, California, para conmemorar el sacrificio redentor del Señor Jesucristo, mediante la realización de su evento más solemne: la Santa Cena.
Previo al evento, los integrantes de los coros que amenizaron el servicio especial de Santa Cena en el Manchester Grand Hyatt Hotel, fueron ingresando uno a uno. Las banderas de los países que representan la presencia de la Iglesia, se encontraban perfectamente ubicadas en cada espacio del recinto.
El espacio estaba listo, los adornos florales permitieron que en el recinto se percibiera un olor fragante, como si fuese un jardín. Los miembros de la iglesia recorrían el lobby del hotel, caminaban entre los huéspedes y los turistas que arribaban al lugar; todos con vestimenta formal. Los fieles de habla inglés se iban acercando al salón preparado para ellos, mientras los de habla hispana se formaban ansiosos esperando ingresar a lo que sería el evento espiritual que tanto habían esperado.
El reloj marcó las 15:00 hrs y dio inicio el Servicio de Santa Cena, con un recinto pletórico de miembros de La Luz del Mundo que desde diversos puntos del Condado de San Diego, así como delegados invitados de la ciudad de Tijuana, Baja California, México, arribaron al Manchester Grand Hyatt Hotel. Los cánticos estremecieron el lugar, las manos levantadas y expresiones de fe inundaron de emoción los corazones presentes.
Grupos de hermanos y hermanas ofrecieron sus cánticos personales a Dios para brindar un momento de meditación, en tanto que el ministro oficiante resaltaba la vida, obra, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, acto por el cual se encontraban reunidas las miles de almas.
Llegado el momento, el Pastor Evangelista que fue designado por el Apóstol de Jesucristo para llevar su representación, presentó en oración el pan y el vino, para que, una vez consagrado por la autoridad apostólica, los Diáconos lo impartieran a la iglesia y así renovar el pacto con Cristo, “Haced esto en memoria de mí”. (Lucas 22:19). Los coros entonaban sus alabanzas mientras los miembros de la iglesia participaban con solemnidad, impregnando el espacio de un sentimiento espiritual de fe y fervor.
Al término de la participación del pan y el vino, la iglesia se unió en una oración de adoración a Dios, manifestando en unidad, su gratitud por haberles permitido disfrutar nuevamente de la comunión con Cristo, conforme a su enseñanza: “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.” (Juan 6:56)
Para concluir la noche de gozo espiritual, llegaron los abrazos de despedida, un mezcla de fe, paz y alegría, eran los sentimientos que se transmitieron en cada abrazo, y en todos ellos la invitación a seguir firmes en la fe y en la enseñanza del Apóstol de Jesucristo. Fue un adiós lleno de esperanza y seguridad de un pronto reencuentro para conmemorar nuevamente la Santa Cena.