El 1 de octubre de cada año se celebra el Día Internacional de las Personas de Edad, designado como tal por la Asamblea de las Naciones Unidas, el 14 de diciembre de 1990 a través de la resolución A/RES/45/106.
El objetivo de la celebración es reconocer “la contribución de los adultos mayores al desarrollo humano y económico”, señala un texto de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Todas las personas mayores tienen derechos que deben ser respetados, entre ellos los siguientes: Derecho a una vida con calidad y libre de violencia; el derecho a la alimentación; a no ser discriminado; a recibir asistencia social; a contar con asientos preferentes en las unidades de transporte público…
El artículo 25 de la Declaración de los Derechos Humanos señala: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”
En La Luz del Mundo se respetan los derechos de las personas de la tercera edad, pero además, se les ama, cuida y honra conforme al mandato bíblico:
“Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová (Levítico 19:32).
El 19 de abril de 2020, el Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García dirigió un mensaje a los sabios de la tercera edad de todo el mundo. Ese día, tras reconocer el trabajo que cada uno de ellos ha realizado en materia de instrucción a favor de los jóvenes, les dijo:
“Tu edad será respetada. Tus consejos serán provechosos. Tus canas honorables y tu memoria se conservará en bendición”.
También les recordó la promesa de bendición para cada uno de ellos: “Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia” (Salmos 92:14-15).
