Congregaciones de La Luz del Mundo en California celebraron la Santa Cena de nuestro Señor Jesucristo en la ciudad de Ontario, la tarde-noche del 27 de marzo en el Arena Toyota. Un inmueble que lució completamente lleno, con un aforo de miembros de diversas ciudades de esta región estadounidense, donde hay una significativa presencia por el trabajo de evangelización de sus fieles.
A la par de las actividades que se efectuaron en el espacio de reunión en el que estuvieron los hermanos de habla española, se reunieron también en un lugar adyacente los hermanos de habla inglesa, manifestándose en la carpa donde estuvieron las mismas manifestaciones de bendición y gracia de Dios.
Al celebrar la Santa Cena, los fieles cumplen una vez más el mandamiento dado por Jesucristo unas horas antes que fue entregado a las autoridades romanas. En ese día, reunido con sus santos apóstoles, tomó el pan en sus manos y lo bendijo, diciendo: “Tomad comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:24).
En esa memorable primer santa cena, luego de bendecir e impartir el pan a sus invitados, tomó también la copa, diciendo: “Esta es la copa del nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis en memoria de mí” (1 Corintios 11:25).
De acuerdo con este mandamiento, la santa cena es la forma establecida por Jesucristo para recordar el día de la libertad, obtenida por su sacrificio redentor en beneficio espiritual de los creyentes, abriendo por medio de su sangre el camino nuevo y vivo que conduce al cielo.
Momentos antes de que el pan y el vino fueron bendecidos con autoridad apostólica, se realizó un ferviente servicio de adoración a Dios y a Jesucristo, en el que sobresalió la participación del orfeón de California y de los hermanos que interpretaron diversas alabanzas evocando a través de ellas la pasión, muerte, y resurrección del Hijo de Dios.
El fervor y las emociones se intensificaron a partir en que el representante apostólico en la santa cena leyera las palabras de bendición que el Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García dirigió con amor paternal a los principales invitados a la solemne festividad:
“Participaremos de una grandiosa bendición: del cuerpo y la sangre de Cristo, que es el más glorioso memorial sagrado, dejado para su cumplimiento a un pueblo que sabe valorar su significado, que disfruta el cumplimiento de su palabra, y goza que el Espíritu Santo realice su obra mediante su poder.”
En la parte final del mensaje apostólico, el Ungido de Dios elevó a Dios la oración de intercesión y misericordia en favor de los participantes de la santa cena, diciendo: “Levántate Jehová, estremece la tierra con tu misericordia, limpia las almas del pecado, compadécete de los atribulados por el enemigo, purifica con tu gracia las almas., levántalos con tu poder y gloria…”.
A partir de ese momento, todo fue felicidad para los integrantes de la familia de la fe, quienes comieron con libertad, devoción, y espiritualidad el pan y el vino que representa el cuerpo y de la sangre de Cristo. Por medio de su participación, obtuvieron paz, comunión, y bendición de Dios.
La cena del Señor realizada en California contribuyó a fortalecer los lazos espirituales de amor entre los miembros de la iglesia, que es una familia de la fe, quienes asumieron con regocijo el compromiso de seguir las enseñanzas del Señor Jesucristo y brillar en todos los ámbitos de su vida a través de la práctica de los altos valores del evangelio, entre los que sobresalen; el amor, la fe y la esperanza.
Al final de la solemne festividad, se llevó a cabo la ceremonia de despedida, en que los miembros de la iglesia compartieron un abrazo fraternal y buenos deseos, celebrando en unidad perfecta el gran triunfo de Jesucristo en la santa cena.